viernes, 31 de mayo de 2013

Teatro



“El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana”.
Federico García Lorca

Solo cuando tuve en mis manos el guión de ‘Olvida los tambores’ de Ana Diosdado, para interpretar a Tony, el protagonista, y acometimos la primera lectura en común de la obra me di cuenta de la tremenda dificultad que supone hacer teatro. Tanta --al menos para mí--, que al final cedí mi papel a otro compañero muchísimo más capaz que yo (Jandro), que lo bordó. Lo que sí hice muy bien, y con entusiasmo, fue aplaudir al final de la obra, desde mi butaca. Era en mi último curso de colegio, antes de empezar la universidad; además de advertir con claridad que no disponía de dotes de actor, también empecé a admirar a quienes las tienen.
Me parece muy complicado salir de la piel de uno mismo para meterse en la de un personaje, a menudo con pocas cosas en común con la propia personalidad, a veces totalmente ajeno y extraño, e interpretarlo con naturalidad y convicción. Supongo que ahí está precisamente su encanto, como subraya el escritor y académico mexicano Hugo Gutiérrez Vega: “la posibilidad de dejar de ser uno mismo es siempre muy hermosa”, pero no por ello es menos difícil. Creo que hay una parte importante que “viene de serie”, que va en la condición particular de algunas personas. El genio, la gracia y el garbo. Y también creo que no basta con la sandunga, que hay otra parte no menos significativa de trabajo y de tiempo, de dedicación y superación.
Hace un par de semanas que el grupo de teatro del Loyola, Schimeletro, interpretó la función que han estado preparando los últimos meses: su versión de ‘Esperando a Godot’, de Samuel Beckett. No es mi obra favorita, pero, como les dije al terminar la representación, disfruté mucho viendo su interpretación. Veía sus dotes, en algunos casos claramente innatas, pero también distinguía el esfuerzo, las ganas y el compromiso de cada lunes y miércoles de ensayo, el estudio, la evolución y la mejora, el dejarse corregir… el oxímoron de la espontaneidad trabajada.
A veces nos preguntan --particularmente quienes no están apuntados-- sobre el apoyo tan importante que se da al teatro, en este y en casi todos los colegios mayores. En un entorno formativo, pocas actividades hay tan instructivas. Además, porque al final, como dijo alguien, la vida es como una obra de teatro en la que no se pueden corregir los errores.
Tras darles mi aplauso desde la butaca y mi enhorabuena en la cena tras el estreno, me parece de justicia felicitar también públicamente al elenco y al director y alentarles a que continúen el próximo año con el mismo ánimo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe siempre tu nombre al compartir tus opiniones en el blog.