jueves, 16 de mayo de 2013

Cuestión de confianza



Dice la profesora Laurence Cornu que la confianza es “una hipótesis sobre la conducta futura del otro, (…) una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no-control del otro y del tiempo”. Y esas hipótesis y apuestas se hacen (o dejan de hacerse), obviamente, a partir de las conductas pasadas. Es difícil seguir confiando en alguien que ya te la ha jugado varias veces.
Y sin embargo, algunos tipos de relación (familiares, de pareja, de amistad…) no son sostenibles –al menos no satisfactoriamente– si no existe confianza, si uno no apuesta por el otro y decide dejar de inquietarse por la falta de control que siempre tenemos sobre los comportamientos ajenos. “Ganamos la confianza –decía Tito Livio– de aquellos en quienes ponemos la nuestra”. Lo cierto es que hay pocas cosas que ayuden más a construir y consolidar ese tipo de relaciones que una confianza correspondida: cuando se fían de ti (incluso aunque pudieras no habértelo ganado), y respondes. Entonces, esa confianza se hace cimiento, y luego vínculo, y es cuando las cosas funcionan.
Toda esta introducción, para expresar la satisfacción que sentimos al estar recibiendo respuesta a la confianza dada. En los últimos meses, en general, con una mejora del ambiente y muchos proyectos que han salido adelante. Pero puntualmente en dos eventos concretos: hace unas semanas, con una de las sangriadas más divertidas que se hayan hecho aquí (con karaoke, concurso de bigotes y twister gigante), para la que se nos pidió confianza; y hace unos pocos días, con el primer concierto de rock hecho en el Loyola, cuyo tremendo éxito desconcertó a muchos escépticos, y en el que también hubo que hacer una apuesta arriesgada de confianza. En ambos casos ya hemos felicitado a los organizadores y nos sumamos a su agradecimiento al colectivo, que ha sabido disfrutarlos sin generar problemas.
Lo mejor de todo no es sino que da la sensación de que vamos por el buen camino (aunque sea con dientes de sierra), porque estamos convencidos de que, en palabras de la poeta norteamericana Marianne Moore, “el contagio de la confianza, como el de una enfermedad, genera más confianza”.

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