Dice la profesora Laurence Cornu que la confianza es “una
hipótesis sobre la conducta futura del otro, (…) una especie de apuesta que
consiste en no inquietarse del no-control del otro y del tiempo”. Y esas
hipótesis y apuestas se hacen (o dejan de hacerse), obviamente, a partir de las
conductas pasadas. Es difícil seguir confiando en alguien que ya te la ha
jugado varias veces.
Y sin embargo, algunos tipos de relación (familiares,
de pareja, de amistad…) no son sostenibles –al menos no satisfactoriamente– si
no existe confianza, si uno no apuesta por el otro y decide dejar de
inquietarse por la falta de control que siempre tenemos sobre los comportamientos
ajenos. “Ganamos la confianza –decía Tito Livio– de aquellos en quienes ponemos
la nuestra”. Lo cierto es que hay pocas cosas que ayuden más a construir y
consolidar ese tipo de relaciones que una confianza correspondida: cuando se
fían de ti (incluso aunque pudieras no habértelo ganado), y respondes.
Entonces, esa confianza se hace cimiento, y luego vínculo, y es cuando las
cosas funcionan.
Toda esta introducción, para expresar la satisfacción
que sentimos al estar recibiendo respuesta a la confianza dada. En los últimos
meses, en general, con una mejora del ambiente y muchos proyectos que han
salido adelante. Pero puntualmente en dos eventos concretos: hace unas semanas,
con una de las sangriadas más divertidas que se hayan hecho aquí (con karaoke,
concurso de bigotes y twister gigante), para la que se nos pidió confianza; y
hace unos pocos días, con el primer concierto de rock hecho en el Loyola, cuyo
tremendo éxito desconcertó a muchos escépticos, y en el que también hubo que
hacer una apuesta arriesgada de confianza. En ambos casos ya hemos felicitado a
los organizadores y nos sumamos a su agradecimiento al colectivo, que ha sabido
disfrutarlos sin generar problemas.
Lo mejor de todo no es sino que da la sensación de que
vamos por el buen camino (aunque sea con dientes de sierra), porque estamos
convencidos de que, en palabras de la poeta norteamericana Marianne Moore, “el
contagio de la confianza, como el de una enfermedad, genera más confianza”.
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